MANEJA ESTE TIMÓN DE LETRAS...

Bienvenido a esta Bitácora, Navegante...

Este es el Diario de a Bordo de Mar Solana (Mar Cano Montil), psicóloga, escritora y cuentista... Aquí encontrarás mi «Cuaderno de Impresiones, Cuentos, Relatos, Poemas, Reflexiones y otras Historias», una especie de lenitivo para mitigar las heridas que nos inflige este mundo punzante y rasposo... Escribí mi primer cuento con once años, lo inventé en un pequeño aseo donde me gustaba jugar. Con quince decidí que quería aprender el arte de «Domar Caballos Salvajes» (léase Emociones que necesitan volver a coger sus riendas). Por eso llevo un cuarto de siglo, con sus amaneceres y sus lunas, ejerciendo la Psicología... Mis raíces son "abu-leñas" y nací en la capital, pero a mi alma le dio por asentarse a orillas del Guadarrama... Hace algo más de una década regresé a mi pequeño Taller de Letras. Y ahora soy «Psicolotora» especializada en Literalogía o «Escritóloga» en Psicoratura. Me chifla inventar palabras, tender historias de Letras en las cuerdas del olvido y airear mis impresiones al barlovento del papel... Curiosa insaciable del aspecto más espiritual de la existencia, soy como el Caracol, peregrina de un camino infinito de crecimiento y aprendizaje...

Antic©py

Bucear Mar Adentro 🐚 🐠 🐋 🐬 🐳 🐠 🐚

ELIGE CÓMO LEERME...

LA MAGIA Y EL AMOR DE LAS LETRAS...


CON LA MAGIA DE LAS LETRAS Y EL AMOR DE SUS ENCUENTROS...

«La Novela es una meditación sobre la existencia vista a través de personajes imaginarios». ©Milán Kundera.


«En esta comarca no existen reyes, aficionados o vasallos de las letras; sólo la magia de los artesanos de la palabra que intentan comunicar». ©Mar Solana.


«La verdadera novela es el arte que nace de la risa de Dios».

©Milán Kundera.

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miércoles, 14 de marzo de 2018

Nuevos Cuentos De Terror Para Niños

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».

«Para que triunfe el mal, basta con que los hombres de bien no hagan nada.»Edmund Burke

A todos aquellos niños y jóvenes que, por desgracia, se han topado con la Bestia… Algunas son tan despiadadas y atroces que dejan a sus víctimas sin posibilidad de sepultura, y a sus familiares sumidos en un agónico e injusto sufrimiento de por vida. Sólo nos queda desear que sus hijos estén descansando en paz entre ángeles e insuflen a sus padres todo el coraje que necesitarán para cargar con la terrible cruz de su ausencia…

Gabriel, el Pescaíto, tenía ocho años y quería ser de mayor biólogo marino. Se lo había dicho este verano muy bajito, casi en un susurro, a Dory y a Nemo que compartieron ola y risas con él. Pero una Bruja Mala, de esas que jamás usan la magia para curar sueños rotos o taponar llantos, una Bruja Mala de hacha en lugar de escoba y el alma infestada de verrugas, ha estrangulado su entusiasmo dejando un luto inolvidable por tierra y mar.

Naiara Abigail tenía casi nueve años cuando un Monstruo la torturó hasta su muerte el pasado verano. Le quedaban tres meses para cumplir nueve y nadie habló de sus sueños. No fue un caso tan mediático como el del Pescaíto. Naiara tampoco tuvo un alias, era «la niña indefensa de Sabiñánigo maltratada hasta morir.» Pero es muy probable que ya hubiera imaginado el regalo de su próximo cumpleaños: una Tablet con juegos o quizás una camiseta súper chuli con Dory y Nemo estampados en su pecho, cerquita del corazón…

Y a uno, con independencia de lo mediáticos que se quieran hacer los casos de Brujas, Monstruos y demás seres mefíticos y mefistofélicos, se le encoge el alma y enlentece el corazón, pump…, pump…, y luego tenemos que achicar el dolor y  toda la inundación de emociones para no quedarnos a la deriva o varados al albur de una apatía indecente y rastrera.

Y van ya unos cuantos sumarios de ilusiones tronchadas igual que un hatajo de búfalos por campos de Girasoles… Sandra Palo fue una rosa pisoteada y quebrada por una manada de elefantes endemoniados. Y la aún desaparecida Marta del Castillo, que me inspiró «El Armario de los Sueños» 
La lista es larga y se despliega a través de un sufrimiento tan interminable como innecesario. Desirée, Miriam y Antonia, las tres niñas de Alcásser, devoradas por dos Ogros… Olga Sangrador, Madeleine y Mari Luz, que confiaron en el Lobo de garras afiladas. Los hermanos Ruth y José, que no tuvieron la suerte de Hansel y Gretel. Asunta, que mordió la manzana de la retorcida y malvada Madrastra…, o Diana Quer, la Princesa que se encontró con el Dragón escuchimizado de aliento fétido…

Cuando este verano me enteré de lo que le habían hecho a Naiara, aunque no la conocía, el dolor me dejó sin palabras. Un poco después, esas palabras contenidas tomaron forma en mi texto: «Escribir Cuentos de Miedo para Niños». Ahora, con el asesinato de Gabriel a manos de una Bruja desalmada y perversa, he vuelto a pensar sobre la necesidad de inventar cuentos de miedo para ellos...

Desde luego las historias deberían estar acordes o ir a la par con esta época. Los cuentos de miedo cumplen una función importante dentro de la evolución del pequeño, liberando la angustia y ansiedad a través de mecanismos proyectivos con los personajes. Sin embargo, quizás ahora debamos adquirir el compromiso y la responsabilidad de inventar nuevos monstruos, brujas, ogros, dragones, duendes, hadas, elfos y príncipes. Y cambiar la Moraleja de las historias por una advertencia, como en los medicamentos, o unas pequeñas instrucciones que les ayuden a reconocer cuando tienen cerca una Bestia.

 «Con razón los pobres superhéroes ya no quieren salir de los cómics. Dicen que allí está todo mucho más controlado y organizado, y los rescates siempre acaban con un beso romántico o, sencillamente, acaban bien… Dicen que en nuestro mundo la magia ha comenzado a expeler cierto tufillo raro…» Y los superhéroes son muy intuitivos, no suelen equivocarse.

¿Y saben lo peor de todo? Que los niños que «inventé» para mi texto: «Escribir Cuentos de Miedo para Niños» no son pura ficción. Por desgracia hay muchas Sheilas, Quiques y Marionas; y ya se cuentan por millares los Kaliq que intentan sobrevivir en ciudades devastadas por las guerras.

Hoy, unos meses después, y con el alma todavía encogida por el Pescaíto, creo con firmeza que debemos ir pensando en cuentos e historias que les ayuden a encontrar un buen escondite que les ampare de las Brujas y los Monstruos. Fábulas que les permitan sobrevivir a la oscura densidad del alma de los adultos de esta época tan exageradamente materialista.

© Mar Solana.

jueves, 22 de diciembre de 2016

¿Another blanca, dulce y alegre Navidad?

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».



Si queremos festejar cristianamente la Navidad, debe haber en nosotros un pastor y un rey. Un pastor, que sabe oír lo que otros no oyen; que con todas sus fuerzas de entrega vive bajo el cielo estrellado; a quien los Ángeles desean revelarse. Y un rey que sabe regalar; que sólo permite que lo guíe la Estrella en las alturas; que se pone en camino para entregar todas sus dádivas junto a un pesebre. Pero además del pastor y del rey ¡debe haber un niño en nosotros, que ahora quiere nacer!

Friedrich Rittelmeyer

Cuando abandonamos el territorio de la infancia, poco a poco vamos observando aspectos que quizás, en aquella época, quedaran difuminados por nuestros sueños o escondidos detrás de ilusiones. Unos deseos vírgenes, todavía sin adulterar por la funesta maraña de confusas emociones que nos acompañan de adultos.

Empezamos a percibir cada año que la Navidad, tal y como la vivimos las sociedades modernas, no le gusta a nadie. Se respira un ambiente general de disgusto y tristeza y sentimos que no están los hornos para bollos: la masa fermenta enseguida y las levaduras son de una calidad dudosa. A algunas personas, incluso, les molesta abiertamente que les felicitemos y, lo que llamamos «espíritu navideño», provoca reacciones de toda índole: un simple cuento puede llegar a ventilar lo más «sombrío» de nuestra personalidad.

Desde luego, las «navidades» de este siglo constituyen una pesada carga para muchas personas, un lastre que no sabemos aligerar, un tiempo que hemos olvidado cómo vivir. Compromisos por los que patalean nuestras almas y comilonas que dejan exhausto a nuestro templo de carne y hueso…, ¿alguien da más?

sábado, 12 de marzo de 2016

El Día Internacional de "Mumbre"

 «Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».
Pintura: "Un Hombre y una Mujer". Autor: HELYOS Torralba Aguado
copyright: http://www.artelista.com/obra/6288421123832760-unhombreyunamujer.html


                                   «Sólo hay dos fuerzas en el mundo, la espada y el espíritu. A largo plazo, la espada siempre será conquistada por el espíritu.» Napoleón Bonaparte.

 «La violencia, la fuerza dominadora, el maltrato físico o psíquico o la mala baba, ni se pueden justificar en modo alguno, ni se puede permitir venga de donde venga. El “ahora que se jodan ellos” no nos vale porque tanto las palabras como el sentimiento al que pueden remitirnos sólo nos lleva a la parte más oscura de nosotros mismos.» Ana M.ª Tomás. Escritora y Articulista de "La Verdad".

«Ay qué ver, cómo cambia todo», decía mi abuela. Y si levantara la cabeza vería que los cambios son condición sine qua non al giro terrestre, salvo que hoy la velocidad es vertiginosa; eso sí ha cambiado. Y nuestra actitud. En los tiempos de mi abuela «felicitar» era un verbo que casi siempre los conducía al entusiasmo de celebrar sin contemplaciones. Ahora felicitas la Navidad y te contestan con un gruñido. Y que no se te ocurra recordar la onomástica a alguien que detesta cumplir años: te puedes llevar un buen zarpazo. Parece ser que en esta época agresiva y mediática han prescrito algunos plácemes. Hasta celebrar nos enfrenta. «Qué pena…», hubiera dicho mi abuela. 
Esta semana me obsequiaron con una buena arenga por felicitar a una compañera en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. «Que no. No me felicites por ser mujer, que no estoy para fiestas…», así comenzaba la perorata de tinte sindicalista que me dejó con un resabio parecido a cuando te explota una bomba fétida. Me sentí como si me hubieran escupido en plena jeta a cambio de un gesto amable. Menos mal que la mayoría de mis mujeres-amigas me devolvieron un corazón latiendo.
Y es que una felicita porque se siente orgullosa de tener una profesión unisex y además poder ejercerla con libertad. Mi abuela no tuvo esa suerte. Era modista y, cuando se casó y comenzó a tener retoños, se acabó lo que se daba; los pespuntes, la aguja y el hilo quedaron relegados a los remiendos domésticos.

viernes, 15 de enero de 2016

Mirar Con Perspectiva: Un Pálido Punto Azul

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».




«El Amor es lo único que somos capaces de percibir que trasciende las dimensiones del tiempo y del espacio.» De la película “Interestelar”

«Comparado con la complejidad del universo, nuestro mundo parece el seso de una lombriz.» Haruki Murakami. "Escucha la canción del viento".


El espacio, la última frontera. Estos son los viajes de la nave estelar Enterprise, que continúa su misión de exploración de mundos desconocidos, descubrimiento de nuevas vidas y de nuevas civilizaciones; hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar...

La voz en off del capitán Jean-Luc Picard, oficial comandante de la Nave USS Enterprise, se colaba por todos los resquicios de la salita donde veíamos la tele. «¡Hija, que empieza!», y la de mi padre cruzaba corriendo el pasillo hasta alcanzar la bandeja de la merienda en la cocina. Café para él, té con leche para mí, y una fuente llena de galletas maría, napolitanas y huesitos de chocolate. Todo me temblaba entre las manos hasta que llegaba a la mesa. A veces, con el baile titilante de las tazas, se derramaba un poco de líquido empapando algunas pastas que se habían salido del plato a empujones. Y nosotros, mi padre y yo, las mojábamos en el entusiasmo (ahora inimaginable e irrepetible) por un nuevo capítulo de una de nuestras series favoritas: «Star Trek: La nueva generación», mito y fetiche. Nos engullíamos (casi sin respirar) la entrega e ilusión de todos los responsables de aquella Nave a la busca y captura de mundos mejores. Y soñábamos, sobre todo soñábamos, que siempre, aunque quedaran muy lejanos, existirían lugares estimulantes y personas distintas, con dos corazones, uno en el pecho y otro en la voluntad de seguir adelante.

Por aquella época, hace casi tres décadas —la serie conoció varias temporadas y duró un septenio—, aún no había aprendido yo a mirar con perspectiva o a dejar de zambullirme en todo lo que me rodeaba como un pez famélico.

Pero todo sigue su curso, lleva su tiempo y requiere de un proceso…, y no hace mucho que he descubierto una verdadera tabla de salvación en lo de «mirar con perspectiva». Cuando la tristeza tropieza con mi compuerta y la anega con su necesidad fría y azul, resquebrajándola y enredándome en sus tirabuzones de soledad y desamparo, ese pequeño refugio de cordura me mantiene a flote; aunque a mi alrededor la ciénaga se desborde con la indecencia y la rebeldía del que hace lo que le da la gana, sin pedir permiso ni siquiera para eructar. Otras veces, y no lo puedo evitar, chapoteo en el lodazal como si hubiera olvidado que sé nadar. Que existe esa tabla…

Mirar con perspectiva… alejarse, tomar la suficiente distancia para observar la magia de una nuez en lugar de un cerebro pudriéndose. Imposible ver el trasfondo de nada si nos acercamos demasiado con nuestra irrazonable miopía.

sábado, 24 de octubre de 2015

Hacer de Tripas Corazón o un Corazón en las Tripas

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».




                         
«La vida es un milagro sometido a los avatares de un influjo incierto, vulnerable. Es como caminar sobre el filo de un cuchillo sin cortarse o tratar de mantener el equilibrio en una cuerda floja.»

«Si el Viento no sopla a tu favor... cimbrea con él y se flexible como el Bambú, pero no permitas que la Tormenta se cuele en tu Alma.»


Con el paso del tiempo, justo en el cénit donde la juventud empieza a exhibir su puntito añejo, uno aprende a asimilar —integrar— que la vida, la mayoría de las veces una dama elegante y generosa —los más pesimistas dicen que es una puta disfrazada—, siempre nos está poniendo a prueba ofreciéndonos su pulso constante y un ininterrumpido tantear de opciones.

Hace unas semanas esta dama distinguida me trajo en su cesta una situación verdaderamente difícil y comprometida. Llegó hasta mi puerta de forma inexorable, como el  curso de un río desbocado. Un escenario en el que además resultaba imprescindible lucir el peinado con tu mejor «cara de póker». Los lectores sabrán que lo más importante de este emblemático juego de cartas radica en el arte del buen «disimulo», es decir, en tu habilidad para mantener en la inopia a los otros jugadores sobre la buena o mala suerte escrita en tus naipes. Un jugador de póker veterano se presenta ante los demás con una faz neutra o inexpresiva, a lo Clint Eastwood en «El bueno, el feo y el malo», ocultando sus emociones en la cartuchera, pero con la mano acariciando el gatillo por si acaso.

A veces, cuando no queremos que el río siga tal o cual curso, ponemos un dique y listo. Sin embargo, en esta ocasión que hoy quiero compartir con vosotros, la compuerta amenazaba con desbordar su caudal y no hubiera hecho más que dificultar el natural devenir de los acontecimientos. Nobleza en la sangre obliga. Y como una no está habituada a «jugar» al póker, en ese intentar dar el do de pecho con la necesaria actuación que ni siquiera admitía ensayos, entendí por primera vez, a lo largo y ancho de mi ser y de mi existencia, el verdadero significado de la expresión que tantas y tantas veces había dicho mi padre y que yo misma había usado: «Hacer de tripas corazón».

Recuerdo la primera vez que la escuché. Quizás ya la había oído antes, pero fue en aquel preciso instante cuando capturó mi atención infantil. Yo debía tener unos siete años y mi imaginación ya era como un parque temático. Mis padres tenían que asistir a algún lugar que les resultaba muy desagradable y mi padre no hacía más que repetir a mi madre que se tranquilizara, que era necesario que hicieran de tripas corazón porque no quedaba otra. En ese momento mi fantasía comenzó a dibujar en las barrigas de mis padres sendos corazones que, incluso, comenzaron a latir. El caso es que aquel curioso dicho se me quedó grabado de una manera especial. Con el suceder de los años llegué a entender que aquello se decía cuando tu corazón no quería acometer algún asunto desagradable y encima, las tripas, además de participar en el ajo, tampoco te lo ponían fácil. Por ejemplo, cuando te enfrentabas a un examen académico, casi siempre había que hacer de tripas corazón. O cuando mi madre cocinaba los filetes al estilo la «suela de mi zapato» también era necesario visualizar ese corazón latiendo en la barriga para poder acometer la gesta de la deglución carnívora…

Sin embargo, volviendo al complejo evento del que os hablaba, aquel en el que era condición sine qua non mostrar tu mejor cara de póker, mis tripas cobraron vida propia e iniciaron su protesta desde que saqué los pies de la cama. Y era tal su pataleo, que para sujetar esa rabieta que minaba mis mejores intenciones decidí pedir ayuda a mi corazón. Le dije que me echara un cable, que el río no podía (no debía) desbordarse en aquella ocasión de inevitable cumplimiento.

—Bethany Hamilton… ¿Te acuerdas? —me dijo mi corazón.

—No sé… ahora no caigo… ¿quién es?

—La surfista hawaiana que sobrevivió al feroz ataque de un tiburón en el que perdió su brazo izquierdo a los trece años. Se la conoce en el mundo especialmente por superar con éxito esa grave lesión hasta el punto de regresar a la práctica del surf y ganar diversas competiciones. Además, hace poco ha tenido un bebé…

—Sí, ahora me acuerdo..., «Soul Surfer». «Alma de surfista», una película sobre su vida que emitieron en televisión este verano, una de esas tórridas noches y que me puse a seguir por pura inercia, aunque reconozco que no tardó en engancharme… Pero… ¿qué tiene que ver ahora Bethany conmigo? —inquirí a mi corazón con extrañeza.

—¿Recuerdas qué momento de la película capturó tu atención?

—Hum…, déjame hacer memoria…

Entonces lo recordé. Bethany Hamilton acudía a una especie de seminarios de formación. En uno de aquellos encuentros, Sarah, su Facilitadora, propuso a sus jóvenes pupilos acabar la jornada con un juego. Encendió un cañón de diapositivas y comenzó a mostrarles algunas fotos. La primera que asomó por la pantalla parecía un volcán en erupción… La Facilitadora hizo zum para ir alejando poco a poco la fotografía y de pronto, ante la sorpresa de los chavales y supongo que de todos los que estábamos viendo la peli, ese volcán se convirtió en ¡el ojo de una mosca! En la segunda imagen, uno de los compañeros de Bethany afirmó ver un cerebro pudriéndose… Pero cuando Sarah alejó lo suficiente la imagen, una deliciosa nuez inundó el encuadre con su mágica presencia.

«¿Veis lo difícil que es “ver”  las cosas cuando os acercáis tanto? Lo mismo ocurre en la vida. Si estáis lidiando con algo que parece difícil o que no tiene mucho sentido, probad a cambiar de perspectiva»

De repente una «corazonada» cobró forma y entendí sin más palabras lo que mi corazón pretendía para ayudarme, para hacer un pacto de silencio con mis tripas que siempre le habían llevado la delantera siendo más rebeldes que él. Lo más importante era tranquilizarlas, hablarles con mucho cariño sin abandonar el coraje («coraje» viene de «cor», corazón en latín) que aquella delicada situación nos demandaba.

Lo primero fue acercar mi dedo índice, ese que según algunas tradiciones orientalistas representa el miedo, a mis labios. Lo besé mientras imaginaba que mi amor era algo vivo que fluía por él, una especie de tinta de colores con la que acabé dibujando un corazón en mi barriga, el mismo que visualicé en la de mis padres la primera vez que escuché aquello de las tripas. Después de trazar ese corazón imaginario, intenté alejarme todo lo que pude de mi lodo emocional, el barro en el que llevaba días retorciéndome de pena e impotencia. Y comencé a mirar con perspectiva todo aquel dolor, rabia y ansiedad que debía disimular con mi flamante «cara de póker». Sí, de eso se trataba: alejarse, tomar la suficiente distancia para poder ver la magia de una nuez en lugar de un cerebro pudriéndose. «Hacer un corazón en las tripas» acababa de quitar el trono a las tripas-corazón, primero el corazón y luego las tripas. Él me ayudó a apaciguarlas y a llevar el sentimiento bien alto y depurado durante aquella jornada que parecía inabordable. Se merecía el trono. Nobleza en la sangre obliga.

© Mar Solana. 

domingo, 2 de agosto de 2015

Mis Zuecos «Aicanchú»: Buscando Las Huellas De Los Oficios.

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».





 «Querer (sin aferrarse) lo que uno hace con Amor es el mejor antídoto para no perder el norte, la inyección que mitiga el dolor del desencanto…»

Mi armario de verano luce unos zuecos que me chiflan. Me los compré hace más de un lustro y los bauticé con el nombre de «mis zuecos aicanchú». Fue amor a primera vista, el día que los descubrí relumbrando en aquel escaparate. Y es que desde que había visto la ya emblemática peli Grease, a la sazón una adolescente de trece primaveras, no había podido olvidar las preciosas chanclas rojas de madera con las que Sandy Olsson (Olivia Newton John) aplastaba la colilla de su primer cigarro delante de Danny Zuko (John Travolta), su Summer Love. Creo que esta escena marcó tanto a nuestra generación como a la de nuestros padres la excitante bofetada que le da Glenn Ford a la imponente Rita Hayworth en Gilda, ¡wow!

Siempre me han gustado los zapatos, sobre todo los tacones, pero los zuecos que lució la Newton en ese número musical me volvieron majareta: ¡mamá, por favor, yo los quiero iguales!. Creo que mi madre archivó esa petición en el saco de mis excentricidades. Tuvieron que pasar ni más ni menos que veintinueve años hasta que los encontré, no como los de Sandy, para mí, incluso, más bonitos.

Siete largos años calzando y presumiendo de «mis zuecos «aicanchú», verano tras verano. Y los llamé así, «aicanchú», por la mítica canción «You’re the one that I want», pieza inolvidable donde las haya, no solo porque reconcilia a los tortolitos de la peli o por los flamantes tacones de Olivia, sino por todas las veces que la bailé, disfruté y tarareé. El tema se abría con la voz de Danny Zuko, que de forma arrebatada le decía a Sandy:

«I got chills, they’re multiplyin’, and I’m losin’ control… Cause the power you’re supplyin’, it’s electrifyin, electrifyn, electrifyn…»


Pues bien, el «I got chills» del comienzo, algo parecido a un: «Jopelines, Sandy, tía buena, me provocas escalofríos…», yo lo escuchaba como (literal): «Ai can chú… lalala». Y es que yo también sentí una especie de escalofríos cuando vi relumbrar mis chanclas en aquella zapatería que, merced a la crisis, por desgracia, ya ha desaparecido.

Pero todo en esta vida sufre un desgaste; los cuerpos, sometidos a la inevitable e invariable ley de la gravedad, y los objetos a la de un deterioro aún más acuciante. Por eso acudí al zapatero de mi barrio al principio de esta temporada: mis gastados «aicanchú» se debatían entre la basura o el milagro de una resurrección. El zueco derecho tenía la madera totalmente cuarteada, había perdido las tapas y además se estaba quedando sin parte del tacón. El pobre hombre no me prometió nada, pero sí me dijo que intentaría hacer algo por ese calzado al que yo parecía profesar una especie de adoración nostálgica e incomprensible (para él).

Unas chanclas modestas inspiradas en las emblemáticas del cine, que llenaron durante mucho tiempo mi ánimo de pompas de ilusión, sueños y suspiros por el bombón Zuko. Y porque todas las chicas en aquella época (no nos engañemos) queríamos ser como la arrebatadora y excitante Sandy del final de la película, igual que nuestras madres ensayaban peinados y andares de la rutilante Hayworth.

Me quedé boquiabierta cuando acudí a recogerlos dos días después. Ese señor no había arreglado mis zuecos, ¡los había restaurado por completo! Un verdadero artista del calzado y el héroe salvador de mis queridos «aicanchú». Desde luego se lo hice saber, le dije que había hecho un trabajo excelente, de artista, de una persona que ama su oficio. Y esa impecabilidad a la hora de restaurar un calzado, que hubiera sido víctima del cubo de la basura, me hizo reflexionar sobre los oficios, que no profesiones, de todas esas personas que quieren, aman, lo que hacen.

El artesano del calzado te deja como nuevos unos zapatos sin, por ejemplo, pedir a cambio la complacencia e inmediatez de todos los «me-gusta» de las redes sociales. Para él lo importante es tu satisfacción por seguir disfrutando de unas chanclas que en verano te pirran más que las camisetas de tirantes o que los granizados de limón. Y aunque un zapatero es también un profesional, qué duda cabe, o sea, alguien que se gana la vida con lo que ha aprendido a hacer; sin embargo, siempre he pensado que el verdadero trabajo, el vocacional, el que llevamos dentro como las venas o el corazón, se parece mucho a lo que uno siente cuando escucha hablar de un oficio. Como el de esos artesanos de antaño que tallaban objetos únicos y maravillosos con su barro. La profesión se ejecuta y ya está, uno hace lo que debe de hacer. Pero el oficio es un camino inabarcable de aprendizaje, sin principio ni final.

El arte de restaurar, el arte de escribir… Zapatero a tus zapatos, alfarero a tus jarrones y escritor… Arreglamos, moldeamos o juntamos letras y pensamientos para satisfacer a otros. Sin embargo, no le resultará difícil al lector observar como hoy en día, en un mundo ya tan materialista y volcado en el consumo por completo, la mayoría de los profesionales de esta época solo persigue colocar en el pico más alto su ansiado banderín de la gloria.

Me gusta rumiar la metáfora de que los buenos artesanos de su oficio albergan un sutil talento de meretriz: trabajan con mucho cariño y dedicación para dar placer a los demás, para que disfrutemos con su arte. Y me complace también pensar que no es muy distinto para los que escribimos, o para todos los que llevamos el arte de juntar letras ensamblado al corazón como otra arteria más. En este caso, es imprescindible vigilar que nuestro colesterol no se ponga por las nubes (guiño).

© Mar Solana.

jueves, 9 de octubre de 2014

Animalistas versus ¿Humanistas?

«Mi cuaderno de impresiones, cuentos, relatos, poemas, reflexiones y otras historias».
Autor de la pintura:
© Karl Bang (Shanghai)

                                  

«... con ese gesto de los seres puros, tranquilo e inocente, de los animales que, a diferencia del ser humano, son incapaces de la crueldad o del pecado, y que por eso nunca fueron expulsados del Paraíso, ni reos del infierno. Como si para ellos no fuera suficiente pena la de convivir con nosotros...» © Rukaegos.

Nos llaman «animalistas». A las personas que nos gustan los animales (como si fueran un pirulí) o a las que defendemos sus derechos. ¿Cómo?, ¿qué no sabías que los Peludos también tienen derechos? Es obvio que no estoy hablando de votar o de todas esas absurdeces que solo sabemos gestionar los seres ¿humanos?

«¡Qué te calles ya, idiota de los cojones… te importan más los animales que la gente!»

Mon Dieu. Y lo digo en francés, no vaya a ser que el castellano me traiga un taco, reniego o maldición adosado en el trasero del divino sustantivo. No, no es hora de hablar mal, ni de cojones, putas, ni nada que se le parezca. Porque las personas, al menos las que ostentamos el derecho de serlo, no somos más libres insultando, escupiendo espumarajos o arrojando veneno por la boca. Es el uso de la palabra y de la civilización que la acompaña (quiero creer) lo que nos hace independientes.

Me pregunto ahora cómo podríamos llamar al fulano que dejó tal lindeza con sus manitas y su tecladito en un foro abierto sobre el pobre toro de la Vega, y que ha levantado ampollas en algunas almas muy parecidas a las que nos ha dejado el inútil y protocolario sacrificio de Excalibur, el perro de la enfermera infectada por el virus del ébola. ¿Humanistas? La mayoría de los diccionarios que he consultado definen al «humanista» como una persona instruida en letras humanas; una doctrina o actitud vital basada en una concepción integradora de los valores humanos. No, no creo que podamos llamarlos así.

¿«Humanistas» versus «Animalistas»? Hay que ver cómo nos gustan las definiciones, la dualidad y los encasillamientos mentales. Pensar, que no elucubrar o chacharear, con nuestro espíritu o sensibilidad… ¡es agotador!, ¿verdad que sí?

No señores, lo siento. No es humanista un individuo-a que defiende a capa punzante y espada emponzoñada el egocentrismo y la petulancia. No podemos llamar humanista a alguien que sitúa a las personas por encima de cualquier crueldad. Y no hablamos de pisar plantas y parterres como niños caprichosos o enrabietados, estamos hablando de SERES VIVOS, con cuerpo, alma y sistema nervioso. Criaturas que tienen miedo y sienten dolor, como nosotros, bípedos presuntuosos y autosuficientes.

No me importa que me llamen o me tachen de «animalista». Pero no es una palabra correcta, de hecho es un vocablo con connotaciones tremendamente políticas en estos tiempos que vivimos. Según la RAE animalistas son creadores que tienen como motivo principal la representación de animales. Pero resulta que ahora también es «animalista» aquel que defiende sus derechos, es decir, un leguleyo de causas pobres o perdidas; al menos en este país, donde la mayoría escoge la cola de un potaje gratis que una de firmas en contra de la crueldad con los animales. El potaje, además de dejar la saca en su sitio, produce divertidas ventosidades; la otra fila es una gestión huera para las almas digestivas. Qué pena. A manducar que son dos días… pan y circo para el pueblo, que si uno está entretenido con los placeres de la carne, parece que el alma aprieta menos.

No somos «animalistas» las personas con sensibilidad hacia las atrocidades que siguen pergeñando algunos cafres y cromañones de este país. No entiendo qué clase de prejuicios manejan sus cabezas para lanzar el improperio descalificador de que nos importan más los animales que las personas. Eso es una injuria porque sencillamente no es verdad, de ninguna manera, no en mi caso.

«Que preocupación mas grande y las pobres personas que se mueren miserablemente por las calles sin tener una muerte digna… ahí nadie grita».

Pero señora… ¿humanista o «anti-animalista»?, no mezclemos churras con merinas, las dos tienen lana y dan leche pero no son comparables. ¿Usted qué sabe sobre lo que yo siento ante una persona que se muere en la calle?, ¿acaso ha presenciado algo parecido?

No somos «animalistas», somos personas sensibles ante el sufrimiento del prójimo, humano o animal. Y los que se significan a favor de los animales como una excusa para atacar a su prójimo (humano), malo: el tema no deja de expeler cierto tufillo político (y lo escribo mientras chasqueo la lengua con decisión).

Y no se vayan a creer, que este asunto tiene sus bemoles desde hace ya tiempo. Fernando Savater, escritor, filósofo y una persona que se dedica a reflexionar sobre la ética, escribió en un diario digital y a tenor del debate animalista-humanista:

«El hombre ha criado -que casi equivale a decir 'creado'- las especies que nos alimentan, nos visten, nos prestan su fuerza o participan en nuestros ritos. No es maltrato adecuarlos a la función para la que su condición les dispone. En el caso del toro de lidia, el trato adecuado es lidiar a ese escaso cinco por ciento de la especie que justifica con su combate bravo en la plaza -que nada tiene que ver con la tortura- la perpetuación del resto de la raza».

lustración de Jim La Marche para el libro de cuentos: "El oso que amaba los libros"

Ahí es nada. Sin embargo… ¡ay! ¡pero!... existe una extraña (todavía) raza de personas en extremo sensibles o que padecen esa rara enfermedad llamada «empatía», que no «simpatía» o «sensibilidad» (por favor, no confundan churras con merinas porque no es lo mismo). Rarae aves que se meten en la piel y en las botas de sus prójimos llegando a sentir el mismo dolor o sufrimiento que los bichos vivientes con los que conectan, sintonizan o «empatizan», que no es igual que «simpatizar», insisto (aunque nunca será suficiente).

Y si alguien se desploma en plena calle, probablemente porque no tiene ni un chavo para desayunar, no porque esté borracho-a, presa de un virus insidioso o se esté muriendo, un «empático» se marea con el desfallecido involuntario y luego le invita a café con cruasán.

Y si alguien pide ayuda para que no maten impunemente al animal que le ha dado lo mejor de su vida…, firman, bailan, lloran, gritan o hacen lo que sea menester para intentar frenar la aberrante decisión de un mamarracho al servicio de un gobierno cínico y manipulador. Un gobierno que ahora calla con las manos a remojo en una palangana llena de excrecencias y mentiras.

Señores del gobierno, por «causalidad»: ¿tienen ustedes alguna persona así, «empática» digo, entre sus filas de mequetrefes? Por favor, ¡sáquenlo del armario ya!, que cambio mi voto aunque para ello tenga que traicionar la lucidez de Saramago… ¡Qué distinto sería el mundo... o al menos una parte de él! No creo que alguien de esta guisa aguantara entre tanto bastidor de incompetencias y podios de mentiras. Por el contrario sí tienen una ministra con un apellido tan funesto como sus decisiones.

Cuando se ponen en marcha los mecanismos del averno y las instancias del demonio, que consisten básicamente en mantener en la más absoluta de las inopias al ciudadano, la desinformación y en la densidad de un silencio parecido al aire de una caverna, ni mil redes sociales o un millón de firmas tienen ya nada que hacer.

«Perdónalos, Excalibur, porque... ¿no sabían lo que hacían?». 

© Mar Solana

AD AETERNUM...

PENSAR... MAR ADENTRO.

PENSAR... MAR ADENTRO.
«La mente intuitiva es un don sagrado del que la mente racional es su fiel sirviente. Hemos creado una sociedad que honra el sirviente y ha olvidado su don» © Albert Einstein. Imagen: Faro de Suances (Cantabria) © Mar Solana.

CUADERNO DE BITÁCORA: "DIARIO DE NAVEGACIÓN" ...


Hace medio siglo ya me gustaba llevar lectura al campo ☺️

Soy la niña que asoma por la esquinita de la ventana, la primera por la izquierda... 😃 GRACIAS, MÓNICA...

NAVIDAD BLOGUERA 2020-2021

NAVIDAD BLOGUERA 2020-2021
¡Gracias, Mónica! Por tu trabajo y generosidad cada año :)

NAVIDAD BLOGUERA 2019-2020

NAVIDAD BLOGUERA 2019-2020
¡Gracias, Mónica! Eres una artista :)

Navidad Bloguera 2018-19-Tarjeta Personalizada

Navidad Bloguera 2018-19-Tarjeta Personalizada
¡Gracias Mónica! 🤗

ME GUSTARÍA SER DUEÑA DE UN INGENTE TESORO...

ME GUSTARÍA SER DUEÑA DE UN INGENTE TESORO...
... EL TIEMPO DESGRANADO Y SIN PRESTEZAS PARA ESCRIBIR, ESCRIBIR, SÓLO ESCRIBIR...

«Escribir es un autobús que te conduce a la calle Catarsis, con muchas paradas, pero directo».

«Escribir es un autobús que te conduce a la calle Catarsis, con muchas paradas, pero directo».
¿Y leer? Me apasiona devorar libros. Es como visitar el hogar espiritual de mis escritores favoritos y paladear un delicioso vino de su mejor cosecha de Letras... Un buen libro es como una liana, te ayuda a desplazarte por la inmensa selva de tu imaginación... Leer también me facilita la tupida tarea de ir desbrozando esa maleza que se enreda entre la escasez de ideas y la falta de inspiración... ¡Nunca dejes de leer!

SABIA MAFALDA...

¿Te apetece entrar en mi Cuaderno de Bitácora?

¿Te apetece entrar en mi Cuaderno de Bitácora?

GIRASOL...

GIRASOL...
Mandala pintado por © Mar Solana.
MANDALA DEL SOL...

«Para alcanzar algo que nunca has tenido, tendrás que hacer algo que nunca has hecho.»

JOSÉ SARAMAGO: 16 de noviembre de 1922 - 18 de junio de 2010... ¡HASTA SIEMPRE MAGO DE LAS LETRAS!

JOSÉ SARAMAGO: 16 de noviembre de 1922 - 18 de junio de 2010... ¡HASTA SIEMPRE MAGO DE LAS LETRAS!
"La derrota tiene algo positivo, nunca es definitiva. En cambio la victoria tiene algo negativo, jamás es definitiva. Pienso que todos estamos ciegos. Somos ciegos que pueden ver, pero que no miran." Creo que en la sociedad actual nos falta filosofía. Filosofía como espacio, lugar, método de reflexión, que puede no tener un objetivo concreto, como la ciencia, que avanza para satisfacer objetivos. Nos falta reflexión, pensar, necesitamos el trabajo de pensar, y me parece que, sin ideas, no vamos a ninguna parte...

EL BESO QUE TE ADIVINA ...

EL BESO QUE TE ADIVINA ...
... es la luz que te conduce a sacar de tí lo mejor, a crecer en la mirada de quien verdaderamente te ama. El verdadero amor te quiere libre y como ser expansivo. Nunca admite murallas para el alma que respira... Es descubrir tu segunda piel, la que te eleva a la capacidad de ser decididamente afectivo, humedeciendo con licor de alegría los desiertos emocionales ... CARLOS VILLARRUBIA.

VIVIMOS SIEMPRE JUNTOS...

Llenamos el caldero
de risas y salero,
con trajes de caricias

rellenamos el ropero.

Hicimos el aliño

de sueños y de niños,
pintamos en el cielo
la bandera del cariño.

Las cosas se complican,
si el afecto se limita
a los momentos de pasión...

Subimos la montaña

de riñas y batallas,
vencimos al orgullo
sopesando las palabras.

Pasamos por los puentes

de celos y de historias,
prohibimos a la mente
confundirse con memorias.

Nadamos por las olas
de la inercia y la rutina,
con la ayuda del amor.

Vivimos siempre juntos, y moriremos juntos,
allá donde vayamos seguirán nuestros asuntos.
No te sueltes la mano que el viaje es infinito,
y yo cuido que el viento no despeine tu flequillo,
y llegará el momento
que las almas
se confundan en un mismo corazón...
(Letra y música: Nacho Cano)

ESTA SEMANA, TE RECOMIENDO... COGE UNA DE MIS CARACOLAS Y PPPSSSHHH... ESCUCHA...

Blade Runner ¡Forever!