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| Pintura: "La Batalla de Miraflores" Autor: Carlos Tan. Información obtenida por gentileza de José Antonio Bejarano. |
Me habían derrotado y se habían hecho más
fuertes gracias a mi energía. Crecían en número sin que yo pudiera hacer nada,
salvo esperar con paciencia de roca, ¡qué remedio! Con los conocimientos que
había atesorado a lo largo de estos años sobre «ataques» y «defensas» les daba
de su propia medicina pero sus flancos eran muy resistentes. Una señora muy
cálida y de pose destemplada, a la que temí durante muchos años,
vino en mi ayuda y me enseñó a encender hogueras de todos los tamaños, objetivo: achicharrar al enemigo. Los fuegos más pequeñitos quemaban poco y
daban menos temperatura, se encargaban de los rebeldes despacio, a un ritmo, a
veces, insoportable. Los más grandes inundaban todo con su temblor y te dejaban
casi fuera de combate, pero hacían su trabajo rápido y seguro. Si uno salía
victorioso de los asaltos de «doña Tos» y de la terrible invasión del «señor
Mocos», la respetada y temida «señora Fiebre» tardaba mucho en aparecer con sus
calenturas; al fin y al cabo era ella la que dejaba las trincheras limpias de
esos diminutos seres tan invasivos e insidiosos.
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