¡Lo tengo decidido, por fin, me acercaré a Ella esta noche! Me tiembla todo el cuerpo y apenas puedo enderezar un rumbo fijo que me conduzca hasta su belleza, que me aproxime a su fulgurante destello. A pesar de que otras compañeras más avezadas en estas lides ya me han advertido, voy a hacerlo, la veré más cerca tras el ocaso…Es muy fuerte el deseo que late en mí, tanto, que casi puedo sentir como palpita por cada rincón de mi cuerpo. De arriba a abajo y de abajo a arriba, a través de esta figura larga y regordeta. Atrás quedó el tiempo de habitaciones oscuras y selladas, de la renovación, el tiempo de arrastrarse. Ahora es el momento de disfrutar de mi libertad,de aprovechar este hermoso vestido ¡aún después de que el reloj marque las doce!
Quiero hacerlo y nadie va a impedir que llegue hasta Ella… ¡Es tan hermosa! Ya distingo su brillo… Hoy también escucho las mismas voces:
”¡Envido… voy a tres… la del monte! ¡Eh, tú!, ¡ponme otro carajillo, cago entó lo que se menea!” Sonidos desapacibles que desvían mi atención, molestos ecos que intentan alejarme de mi destino...Pero quiero ser fuerte y proseguir mi camino hacia lo más bello que existe en este mundo tan oscuro, fragoso y estentóreo.
¡Cada vez estoy más cerca!...Ahora los ruidos se parecen al aterrador estruendo que se oye después de que esa centelleante y eléctrica luz azul rasgue el cielo algunos segundos. Esta vez no me acobardaré, no iré a refugiarme, no. Estoy aprendiendo a ser valiente…a gozar de mi existencia. El mundo es perfecto y Ella… ¡es hermosa!
¡Dios, tiemblo tanto que casi no puedo coger aire y respirar en esta calurosa noche de verano!… Me persigue la sombra de mi propia duda: “¿lo haré… llegaré a mirarla de cerca… podré besarla?”…
¡Ya estoy al lado!… una nube negra entorpece ahora mi ruta... doy un rodeo… ¡Ah, una compañera que se aleja!, ¿vendrá de estar con Ella? ¡Qué suerte!
Ella resplandece como nunca… ¡Ambos titilamos! ¡Allá va mi cuerpito largo y rechonchete…!
Volando, volando… Alas osadas, licenciosas, que con destreza me acercan a la más bella de la noche. El privilegio del caos. Luz que devora las tinieblas, bastión en medio de tanta oscuridad…
Ya llegué, ¡por fin!…Gloriosa, perfecta, subli…
Un ligero tufo a chamuscado inundó los orificios nasales de los reunidos, grandes como covachas, y la parca bombilla de la puerta del bar parpadeó unos instantes. Pedrito sonrió y apuntó otra marca en su cuaderno de cuentas… ¡ya era el séptimo bicho!
La muerte, de cualquier índole, rasga el abrigo de lo cotidiano y se cuela por todos los intersticios de lo más prosaico, mientras… la vida continúa con sus monotonías y avatares.