Cuando el Titanic se hundía sin remedio,
los músicos continuaron amenizando a los pasajeros hasta el final, incluso
alguien dijo: «Música para ahogarse. Esto es primera clase…». España hace aguas por sus cuatro
costados, ¡pero tenemos a la roja! Una parte del país se chamusca y más de tres
mil personas son evacuadas de sus hogares, tranquilos señores, ¡tenemos a la
roja! Fiesta a tutiplén, alcohol a espuertas, amarillo y rojo, plumas de indio
y estruendo sin control… «Toros, fútbol y palmotadas para hundirse. Esto es
España…».
Nunca me había atrevido a escribir sobre este deporte que hemos hecho
tan patrio, pero este año es diferente porque el cinismo me noquea una y otra
vez. Me resulta imposible sentirme orgullosa de pertenecer a un grupo de gente
que se exacerba hasta el paroxismo por unos señores corriendo en calzoncillos,
im-po-si-ble; imposible además en las actuales circunstancias que
tienen como añadido los dantescos incendios de levante, ¿pero que narices nos
pasa a los españoles?, ¿qué nos tiene que ocurrir para que nos “despertemos” ya
de una puñetera vez?, ¿por qué somos tan cínicos de celebrar un triunfo que no
va a dar de comer a todos los que se han quedado sin trabajo, mientras otras
personas, también españolas, viven con la incertidumbre de tener que ver como
las llamas devoran su hogar?
Confieso que el fútbol nunca me ha
enfadado, al contrario, siempre me he sentido indiferente, jamás he compartido
los matasuegras y las serpentinas de un final de partido favorable,
sencillamente, me daba igual, pero respetaba que otros saltaran y bailaran por ello. Pero este año, con la que nos está cayendo, mi
indiferencia ha mudado a la indignación, porque si no fuera así ni siquiera me
sentiría persona con alma reflexiva, alguien que se rasga las vestiduras cuando
la ignorancia y las actitudes primarias ya claman al cielo, no por naderías
como acostumbramos a hacer en este «bendito» país de pan y circo. Y es que hay
cosas que no han cambiado nada, se nos sigue distrayendo con deleites para el
buche y fiesta bullanguera, lo demás, aunque se dirija empicado al fondo, poco
importa... ¡si tenemos a la roja!
Yo soy uno de las españoles que está muy afectado por esta "crisis", disminución drástica del trabajo, recortes
incomprensibles en los salarios y un crecimiento inversamente proporcional del
pillaje en el consumo y del aumento desproporcionado de sus precios. Soy uno de
esos españoles que dio su voto de confianza a unos mamarrachos que ya han
metido el IVA hasta en las pipas. Cada mañana desayuno con doña incertidumbre y
consulto mi futuro en los posos del café, por si acaso se alinean de forma más halagüeña. Llevo una buena temporada buscando
esa barquilla que me salvará el pellejo para no dar con mis huesos en el légamo
marino, pero resulta que este barco no lleva, ni siquiera las reglamentarias,
¡sálvese quién pueda! Y es que en este país no son de recibo las iniciativas creativas;
sin embargo (curiosos los españoles), son altamente celebrados estos triunfos
deportivos donde cada año se invierte una considerable e indecente suma de dinero para que
los señores de los calzoncillos acudan con su Ferrari a comprarse unos Louis
Vuitton en condiciones, ¡faltaría más! los calzoncillos son para el campo (de
fútbol).
Pido
disculpas de antemano si con esta crítica hiero algunas sensibilidades "güaldas" y patrias,
pero es que, r-e-p-i-t-o, no me siento orgullosa de ser española en estos
momentos, y la verdad, no sé si alguna vez lo he estado; es más, creo que la cigüeña equivocó su vuelo conmigo...
Mar Solana©