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Pintura de Miriam Outeiro: "Ojos en Carnaval". | | | | | | | | | | |
Hace unas semanas, volví a releer, “Háblame de ti”, de Lola Duque, libro ganador del Primer Premio Robin Book de Narrativa New Age en 1998. Lo encontré, por primera vez, en un momento de mi vida en el que sus palabras fueron como abono para una tierra débil y asustada. Porque yo creo en las relaciones mágicas con los libros y las letras; leemos el que necesitamos para los deberes que nos marca la Vida en cada etapa determinada. En esta segunda lectura, me quedé atrapada en este precioso párrafo que habla de los ojos, de la mirada… Miradas esquivas, miradas del demonio, miradas divinas... La mirada es como una instantánea de nuestra alma, ¡revela tantas cosas del paisaje!
Os dejo primero con el párrafo que me inspiró a echar un vistazo y a escribir sobre mis propias “miradas”…
“De las palabras sencillas puede brotar una gran reflexión…
Amanecer desde dentro, conseguir que la primavera triunfe sobre el invierno, y el amor y la vida sobre la muerte. Quiero descubrir mi interior, abrir esas puertas de par en par, y vivir. He pintado la puerta más grande de color verde porque es el color de la esperanza…
Nuestra alma, en algún momento, deseará conectar con su origen divino… Si no encuentra interferencias en su camino y la consciencia está preparada, quizás lo haga…
El corazón es el símbolo del Fuego y del Amor y está conectado con los ojos. Los ojos, la mirada de los demás, siempre me han llamado la atención. No todos los ojos con los que me encuentro son limpios ni se mueven con cierta gracilidad. He visto ojos de miradas duras, agresivas, locas y violentas; (…)ojos falsos de corazones oprimidos, ojos que hacían daño, que pretendían censurar, miradas con un destinatario para ejercer presión, pero también he visto ojos con miradas dulces, iluminadas, vivas, miradas que me han traspasado y me han hecho pensar que Dios existe”. Lola Duque, 1998.
Y ahora... MIS MIRADAS...
Hay miradas ácidas, de limón sin aliñar, el alma pega un brinco cuando se encuentra con ellas…
Hay miradas de merengue, ojos que cansan y empachan si te pasas con la dosis…
Hay miradas vacías, visajes únicamente destinados a la supervivencia de su portador…
Hay miradas de complicidad, esa que otorga los silencios compartidos; un collar de gestos que no necesita engarzar palabras para lucirse…
Hay miradas como abismos, incapaces de comunicar nada a través de su espectral negrura…
Hay miradas de gelatina, blandas y escurridizas, imposible saber dónde van a posarse…
Hay miradas de pan recién hecho, cálidas y nutritivas, alimentan cada rincón del alma…
Hay miradas de esponja, si te descuidas te roban tu savia…
Hay miradas de almizcle, seductoras, sinuosas y profundas como un túnel, nunca sabes lo que vas a encontrar…
Hay miradas de arroz con leche, tiernas y tibias, capaces de tirar el muro que esconde la bondad del ánimo y de taladrar la compasión de las entrañas…
Hay miradas de pétalos de rosa y té caliente, capaces de encontrarte con la esperanza sin abatir…
Hay miradas de cristal, transparentes, eternas…
Hay miradas como la tuya, atenta, silenciosa y lectora… ¡Gracias por mirar mis palabras!