Quiero dedicar esta reflexión a la Memoria de Caridad Pérez Acino, compañera y colega de trabajo hace seis años y que falleció el año pasado bajo las crueles garras del cáncer.
Ella fue la que me prestó el libro en el que me inspiré, el 26 de marzo de 2001, para escribir esta pequeña reflexión que debía cumplir el objetivo de insuflar ánimos a unos alumnos de oposiciones a MIR, a los que ella dedicó su esfuerzo y creatividad para ayudarles con la ansiedad que tal proceso conlleva y con el aprendizaje de unas eficaces técnicas de estudio
.
Que Dios, tu Ángel Guardián y el Cielo sigan iluminando tu camino y colmando de coraje tu Espíritu.
En un excepcional librito que puso en mis manos una buena compañera: “El caballero de la armadura oxidada” de Robert Fisher, leí algo muy hermoso que me hizo reflexionar por unos momentos y me impulsó a escribir este pequeño comentario que ahora deseo compartir con todos vosotros.
La cita, aunque no literal, rezaba más o menos así:
“(…) Un cervatillo del bosque no espera a que el sol luzca para poder ir al lago a corretear y jugar. Si el sol no sale, no le estropeará el día al cervatillo. Es feliz siendo un cervatillo y todos los días son buenos para él…
¿Cuántos seres humanos somos felices simplemente por el hecho de serlo, sin esperar nada…?
Los animales no esperan, aceptan (…)”
A simple vista, esta cita puede parecer demasiado evidente o resumir esa especie de filosofía de saldo de muchos libros, tan en boga en estos tiempos y mal apodados de “auto ayuda”, que ocupan los primeros puestos entre los más vendidos.
Sin embargo, y si uno se detiene a meditar esto por un instante, percibiremos que estas hermosas palabras no están escritas con los dedos ágiles de una mente sagaz sino con la dorada pluma que baña su tinta en el corazón.
Y siguiendo con nuestra reflexión, uno podría preguntarse:
- ¿qué es lo que los animales aceptan? y ¿qué es lo que no esperan?
Aceptan lo que son y cada momento de su vida porque carecen de la capacidad única que tenemos los seres humanos de evocar nuestros recuerdos, especular sobre ellos e imaginar el devenir de nuestro futuro. ¡Cuan desgraciados y limitados nos hace, a veces, esta sutil y excepcional idoneidad o talento!
Tristes, apesadumbrados y quejumbrosos sentimientos afluyen a nuestro ánimo cual resortes comprimidos en una caja de sorpresas, al desenterrar aquellos acontecimientos menos gratos de nuestro pasado.
El miedo y las dudas minan y alienan nuestra voluntad, así mismo perturban y socavan nuestro sentir cuando esa oculta obsesión por nuestro devenir se apodera de nosotros ¡impidiéndonos aceptar incondicionalmente cada momento de nuestro presente e impidiéndonos valorar la magia, el amor y la gratitud que se desprende del simple hecho de ESTAR VIVOS!
Aceptarnos, aceptar a los demás, aceptar el mundo que nos rodea y nuestras circunstancias es sinónimo de AMAR todas estas cosas. Y sólo podremos Amar si antes hemos PERDONADO.
A nosotros mismos, por los errores cometidos en el pasado y a las personas que nos rodean, por la aflicción que sus actos nos hayan podido inducir.
En la otra cara de la moneda está la Resignación, que no es más que negar, ocultar y reprimir nuestros verdaderos sentimientos que estarán esperando otro momento para volver a llamar a nuestra puerta y darles la luz que se merecen: la del Perdón y el Amor.
Si aprendemos a aceptar todos los instantes que se van tejiendo en el tapiz de nuestra vida, también podremos apreciar mejor otras tonalidades brillantes y hermosas del resto de tapices de otros seres vivos de la Tierra. Es también el primer paso para aprender a Amarnos a nosotros mismos porque somos los únicos protagonistas de cada momento de nuestra Vida; de esos instantes filmados con la cámara del presente.
Los animales no esperan, aceptan…
No esperan de la Vida tantas cosas como esperamos nosotros y no esperan que la Vida o los demás les estén dando cosas constantemente.
Mientras que las expectativas consisten en formarnos una serie de prejuicios (“juzgar antes de…”) apenas carentes de emoción con respecto a cosas, personas o lugares antes de conocerlos, la esperanza sí parece estar asociada casi siempre a sentimientos muy personales de nuestro estado de ánimo. No en vano decimos que las expectativas se frustran, la esperanza se pierde (aunque se dice que fue el único sentimiento que permaneció fiel en la Leyenda de “La caja de Pandora”).
Cuando nacemos, nuestra familia se encarga de perfilarnos como seres sociales, nos aporta la cultura y la educación que necesitamos para convertirnos en personas más o menos “aptas” o “válidas” para la sociedad en la que vamos a vivir.
Y ya desde que somos muy pequeños nos enseñan a ESPERAR:
esperar que cambie el tiempo, a que nos regalen cosas cuando es nuestro cumpleaños o Navidad, esperar un buen trabajo, esperar amigos fieles bajo cualquier circunstancia, esperar la pareja soñada, esperar… siempre esperar. Podríamos decir que nuestra vida se asienta sobre este pilar, gira en torno a él constituyendo una de nuestras motivaciones fundamentales.
Y… los animales no esperan, aceptan.
Por desgracia, a los seres humanos no nos educan para Aceptar lo que somos, lo que tenemos o toda la belleza que nos rodea, ya que siempre estamos esperando que todo eso sea mucho mejor.
Ser los mejores, tener más que los demás y modificar nuestro entorno a nuestro antojo y cuantas veces queramos aunque para ello tengamos previamente que destruir y pisotear nuestros principios vitales y morales que son los que verdaderamente pueden contribuir a aportar a nuestro ánimo toda la Paz y la Armonía que necesitamos para Vivir.
Sería más hermoso y gratificante en nuestra Vida aprender a Aceptar de una manera incondicional y profunda, sin reservas, en lugar de estar siempre Esperando de todo y mucho.
Aceptar no significa Esperar constantemente a que las cosas cambien para mejorar.
Aceptar es la Esperanza de la “Caja de Pandora”, es el Amor Universal e Incondicional.
Aceptar mi Vida y a mí mismo tal como soy AHORA y aprender a aceptar mi pasado, ofrecerle el respeto que merece porque forma parte de mi existencia Terrenal.
Aceptar es tener el coraje suficiente para vivir mi presente y Esperanza y confianza en el futuro.
Gracias por tu atención.
MAR SOLANA
9 de abril de 2008
4 comentarios:
Hola Mar:
Muy bien elaborada tu reflexión. La aceptación del presente: vivir el aquí y el ahora. Notar cada inspiración, cada expiración. No estar viviendo del pasado ni deseando que llegue un futuro. !Cuántos autores han escrito sobre esto, desde tiempos inmemoriales! !Y qué poco caso se les ha hecho!. Vivimos dominados por la mente y sus pensamientos egóticos. !Cuantas guerras, cuántas injusticias ha cometido la humanidad, a travçes de personas que se han dejado dominar por la mente!
En fin. Leyendo tu reflexión, me reafirmo en vivir lo único que existe: el ahora.
Un saludo
¡Gracias, amigo, muy sabias tus palabras también!
Un enorme abrazo
Mar
Que bonito excursus, sobre el amor en el mas amplio sentido de la palabra....hasta la moleculas y los átomos y los quarks tienen un signo físico.de género distinto, que determina su atracción o repulsión...hasta la gravedad de la tierra celosa de lo que encierra no deja escaparnos de su superficie...todo es amor que une y desamor que separa....Tengo en mi finca Zuaitz-Ondoan que es donde escribo cinco pastores alemanes que me entienden, y conocen mis estados de ánimo perfectamente y me piden perdón cuando hacen una trastada o se cobijan a mi protección cuando sienten miedo....Todo es amor...si todo....un abrazo y un beso de azpeitia
La verdad es que me ha emocionado, sinceramente, s hermosísimo. Creo vale l pena vuelvas a editarlo. Muchos han pasdo desde que lo publicaste y se perderian tan genia entrada. De verdad. Vuelvelo a poner.Compartimos la misma sensibiidad. Gracias por recomendarmelo
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¡POR FAVOR, NAVEGANTE DE "MAR ADENTRO",
NO TE VAYAS SIN DEJAR TU TINTA
EN ESTE HUMILDE TIMÓN,
AL ALBUR DEL BARLOVENTO!